La estrategia del Ministerio de Economía de recurrir nuevamente a las reservas del Banco Central para intervenir en el mercado cambiario encendió las alarmas en los mercados internacionales y volvió a disparar el riesgo país, que este martes trepó a 996 puntos básicos, muy cerca de la barrera psicológica de los 1.000.
La medida quedó en evidencia luego de que el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, reconociera que el Tesoro comenzó a vender dólares dentro de la banda cambiaria para contener la suba de la divisa. El giro contradice el espíritu del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que apunta a acumular reservas, no a reducirlas.
Un frente externo complicado
El problema de fondo es la capacidad de pago de los próximos compromisos. De acá a fin de año, la Argentina deberá afrontar USD 3.400 millones y en enero se sumará un vencimiento clave de USD 4.000 millones. En total, hasta fines de enero los compromisos en moneda extranjera superan los USD 7.000 millones.
En el mercado la pregunta es obvia: ¿cómo se pagarán esos vencimientos si en lugar de reforzar reservas se opta por venderlas? Más aún cuando el propio Banco Central confirmó que en lo que va del 2025 ya se perdieron USD 14.000 millones, más que el monto de los desembolsos del FMI en este período.
Duras críticas desde la City y Wall Street
Economistas como Luis Secco cuestionaron la estrategia: “La idea era comprar dentro de las bandas para acumular reservas y ahora van a vender dentro de las bandas…”.
En tanto, Carlos Melconian advirtió que la apertura prematura del cepo a personas físicas generó un aumento de la demanda de dólares para turismo, compras y tarjetas, lo que hoy tensiona aún más el programa económico. “Argentina no estaba en condiciones de abrir el cepo a personas humanas”, sentenció en diálogo con Infobae, al tiempo que deslizó la posibilidad de un retorno al cepo cambiario después de las elecciones.
En Wall Street, operadores y fondos de inversión no descartan en privado la posibilidad de una reestructuración de deuda si no aparecen nuevas fuentes de financiamiento. “Los vencimientos que vienen a partir de enero son impagables con este esquema”, admitió un gestor de fondos en Nueva York.
Un 2025 cuesta arriba
El calendario financiero no da respiro: para lo que queda del año restan vencimientos por USD 3.400 millones, mientras que en 2026 la cuenta supera los USD 19.000 millones entre compromisos con el FMI, otros organismos multilaterales y los denominados Bopreales.
El intento fallido de colocar el Bonte en dólares —del que apenas se recaudó menos de USD 1.000 millones frente a la promesa de 7.000— dejó otro sabor amargo en el mercado y contribuye a la desconfianza.
En este contexto, la escalada del riesgo país refleja el nerviosismo de los acreedores y suma un nuevo desafío para un Gobierno que promete estabilidad, pero enfrenta una curva de vencimientos cada vez más empinada.